El presidente de Argentina, Alberto Fernández, reconoció el distanciamiento que existe con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, aunque aclaró que él sigue apostando a la unidad de la coalición peronista Frente de Todos para evitar que vuelva a gobernar la derecha que empobreció al país.
«Cuando era candidato dije una y mil veces que la unidad era una condición necesaria, pero insuficiente. No podemos permitir que vuelvan a la Argentina los que gobernaron, no podemos dejar que esas políticas vuelvan y por lo tanto la unidad para mí es absolutamente prioritaria», dijo.
También advirtió que el Frente de Todos no puede darse el lujo de romper, ya sea por narcisismo o por diferencias políticas.
«Es evidente que no tenemos la misma mirada en todas las cosas. Yo sabía que iba a tener que tomar decisiones y esperaba que me acompañen pero no todos me acompañaron. Yo respeto eso», dijo al referirse al rechazo del kirchnerismo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fernández afirmó que dialoga con quienes forman parte de la coalición, que respeta a la vicepresidenta y al diputado Máximo Kirchner, pero la presidencia no es un órgano colegiado.
«Yo puedo escuchar a todos pero las decisiones las tomo yo (…) ella tiene que entenderlo«, dijo al asegurar que no tiene ningún problema en encontrarse con Fernández de Kirchner para llegar a un acuerdo. La semana pasada, la portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti, confirmó que es la vicepresidenta la que no le responde los mensajes al presidente.
Por otra parte, rechazó las acusaciones de que es «demasiado» moderado.
«¿Es moderado que un presidente se suba a un avión a ver preso a Lula da Silva y antes de eso lo viera al papa Francisco y le pidió al papa que pida por Lula? ¿Es moderado un presidente que cuando cae Evo Morales y se esconde en los montes bolivianos llame al presidente y le diga ‘conseguimos un avión y lo sacamos de ahí’?… tengo otro modos», afirmó.
Política epistolar
Las definiciones del presidente se dan en uno de los momentos de máxima tensión del Frente de Todos, la alianza peronista gobernante, y que se ha traducido en pronunciamientos públicos por parte de intelectuales que apoyan al presidente o a la vicepresidenta.
La semana pasada, el sector más afín a Alberto Fernández publicó un documento titulado ‘La unidad del campo popular en tiempos difíciles’, en el que advierte los problemas que enfrenta el progresismo en el actual contexto internacional y que exige la construcción de la unidad más amplia posible.
«Todas esas dificultades se agravan porque en varios casos la unidad vive procesos de tensión y podría terminar en un proceso de alta fragmentación. Donde eso ocurra –y esta es nuestra principal preocupación, aquello que motiva este escrito– habrá un camino expedito para el retorno del neoliberalismo», señala.
Por eso, convoca al campo nacional y popular a abrir «un debate amplio y franco acerca de la sostenibilidad del proyecto político». En una clara referencia a la belicosidad que caracteriza al kirchnerismo, afirma que hay quienes creen que se trata «de plantar banderas con la voluntad, aunque eso derive en enormes derrotas».
Pese a las diferencias con respecto a las estrategias políticas y los programas de Gobierno, hace un llamado a la unidad para defender la democracia y los derechos humanos; repudiar la persecución política contra líderes populares e incluso la violencia que sufrió la presidencia el 10 de marzo, cuando su despacho en el Senado fue apedreado.
«Unidad para fortalecer a nuestro gobierno y a nuestro presidente. Cuando la unidad entra en riesgo, el resultado es incalculable. Frente al odio, templanza. Ante las minorías excluyentes, construcción de mayorías. Ante los propios deseos, intenso diálogo con los sectores populares. Ante los propios errores, reparación. Nadie es dueño, como le gustaba decir a Néstor Kirchner, de la verdad absoluta», señala.
En respuesta, intelectuales cercanos a Fernández de Kirchner dieron a conocer el lunes una carta titulada ‘Unidad del campo popular: moderación o pueblo’ en la que advierten que la unidad se rompió el año pasado, cuando el Frente de Todos perdió las elecciones legislativas.
«Bienvenido el intercambio de ideas y la explicitación de los posicionamientos y matices sobre cómo avanzar en la construcción del programa político, económico, cultural, social y latinoamericano. El debate público es una fortaleza de todo proyecto político nacional y popular. Nunca es una debilidad», señalan.
Sin embargo, aclaran que la unidad solo puede mantenerse si continúan activas las políticas que le dieron origen.
«La política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas», afirman al criticar el evento que realizó el presidente el viernes y en el que supuestamente iba a comenzar «la guerra contra la inflación».
Al cuestionar la «moderación» que defienden los albertistas, los cristinistas señalan que «proponen ir despacio pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora».
También consideran que «cuando se pretende hablarle a todos, se termina hablándole a nadie. Cuando se pretende no pelearse con nadie, se termina peleado con todos. Si no se está dispuesto a representar en forma primaria a la base política, se termina representando a nadie. El conflicto existe: no asumirlo, lejos de ampliar la sustentación, diluye a los que no lo protagonizan en la nada política».
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